Los amantes del fútbol británico estamos de enhorabuena porque uno de los equipos clásicos de Londres, el Fulham, ha vuelto a la Premier League un año después de su descenso en la temporada 2018-2019.
Si algo caracteriza a este club es su estadio, Craven Cottage, una joya arquitectónica de otra época, en concreto de 1896, año en el que fue inaugurado en un partido entre el Fulham y el Minerva con marcador favorable a los locales por 4 goles a 0.
El estadio se ubica en lo que fueron los terrenos de la casa de campo del Barón Craven, donde se hospedaron prestigiosos personajes de la época e incluso también se rumoreaba que la própia Reina Victoria la usaba en ocasiones.
Al principio el estadio no tenía gradas y por ello se contrató al famoso arquitecto Archibald Leitch, quién es el responsable de otros ilustres estadios británicos como Highbury, Celtic Park, Ibrox Park, Anfield, Hampden Park o el antiguo White Hart Lane entre otros muchos.
Craven Cottage tiene dos grandes señas de identidad: el pabellón o Pavilion que se ubica en la esquina por donde salen los jugadores al terreno de juego (los vestuarios están en el interior de este pabellón) y su grada principal (hoy en día llamada Johnny Haynes Stand en honor al que es considerado el mejor jugador que ha tenido el Fulham). Esta grada es tremendamente especial, ya que en ella se conservan aun muchos asientos de madera, los cuales son patrimonio de Londres, al igual que el pavilion, y cualquier modificación que se quisiera hacer en ellos tendría que ser aprobada por las autoridades londinenses.
Pero la Johnny Haynes Stand no es espectacular solo por dentro, su fachada, al estilo de la de Ibrox Park en Glasgow, es una autentica belleza, en realidad nunca dirías que se trata de un estadio de fútbol si no más bien da la sensación de ser la fachada de una fábrica con sus característicos ladrillos rojos.
Otra de las razones por las que se recuerda a Craven Cottage tiene que ver con la grada que da al río Támesis, la Riverside Stand. Antes de su última remodelación podías ver pasar la famosa regata Oxford-Cambridge por su lado y cuando esto ocurría, todos los aficionados se giraban para ver pasar a los regatistas. Hoy en día esto ya no ocurre, pero siempre quedará como dato curioso.
Hoy en día la Riverside Stand ha sido derruída por completo y se está levantando de nuevo con más capacidad, una obra que durará dos años y que a mí, particularmente, no me agrada, ya que es quitarle un trozo de historia a este pequeño templo, pero ya sabéis, el bussines es el bussines, y al final, los clubes buscan siempre nuevos métodos de ingresar dinero, aunque a veces sea a costa de perder alguna de tus señas de identidad.
No quiero dejar pasar la ocasión de mencionar también dos datos tan relevantes como fortuitos. Como ya mencioné antes, el pavilion hace las veces de vestuarios, pero no porque esta fuese su función desde el principio, si no porque, aunque pueda parecer imposible, el arquitecto Archibald Leitch no tuvo en cuenta la construcción de los vestuarios en su diseño.
El otro dato también muy curioso tiene que ver con la fecha de fundación del club que hay escrita en uno de los escudos que puedes ver en la fachada principal del estadio, y es que mientras que en el escudo puede leerse 1980, el Fulham en realidad fue fundado en 1979.
Ahora que os he contado algunas curiosidades y un poco de historia sobre este estadio, paso a contar mis experiencias en el.
Tengo la grandísima suerte de haber asitido a dos partidos en Craven Cottage, y además, uno de ellos fue mi primer encuentro en suelo británico y la verdad, estoy convencido que no pude haber elegido un escenario mejor. Presenciar un partido en Craven Cottage es trasladarte a otro tiempo donde el fútbol se vivia de otra manera, más romántico y purista.
El estadio está situado en el suroeste de Londres y la mejor manera de llegar es vía metro. Es recomendable dar un paseo por sus alrededores, es una belleza y además, también tenéis a tiro de piedra el estadio del Chelsea, Stamford Bridge, por si queríes ir a verlo también.
Mi primer partido en Craven Cottage fue en la última jornada de Championship en la temporada 2015-2016, y el rival fue el también clásico (hoy en día casi desaparecido y acuciado por las deudas) Bolton Wanderers.
Debido a mi inexperiencia, llegar hasta Craven Cottage me llevó mucho tiempo, o dicho de otra forma, me perdí y llegué justísimo de tiempo al estadio y tuve que entrar al partido nada más llegar, pero si algo recuerdo fué el ruido de la afición resonando en el aire y cómo éste iba creciendo a medida que me iba acercando, esto hacía que creciese mi excitación y caminase más y más rápido hasta que por fin llegué y pude acceder al interior del estadio.
Una vez dentro, fuí rápidamente a sentarme a mi asiento en la primera fila de la Johnny Haynes Stand y ya en ese momento pude recobrar el aliento (he de decir que ese día en Londres fué muy soleado y caluroso y entre la emoción y las peripecias que tuve que pasar para llegar al estadio, estaba sin aliento).
El partido, a pesar de que ninguno de los dos equipos se jugaba nada —El Fulham consiguió la salvación matemática poco antes y el Bolton estaba ya descendido— el ambiente en Craven Cottage fue genial, con el cartel de «no hay billetes» colgado. ¿Os imagináis como sería el panorama en un partido de la liga española en esas circunstancias jugándose la última jornada con el equpio local instalado en la posición vigésima de la tabla sin jugarse nada y con el equipo rival ya descendido? Pues yo creo que aquí la asistencia al estadio hubiese sido casi nula, y de repente yo me encontré con un estadio lleno y con unos cuantos miles de seguidores del Bolton que no pararon de animar a su equipo hasta el final del encuentro , y recalco de nuevo que el Bolton ya estaba descendido y que la distancia entre Londres y Bolton es de unos 350 km. Impresionante.
El partido terminó con victoria del Fulham por 1-0 y al finalizar el encuentro pude hacer lo que no me dió tiempo al comienzo. Esperé a que la gente fuese abandonando el estadio para poder admirar este santuario del fútbol, poder ver y poder sentir los asientos de madera, observar el terreno de juego a través de los pilares, en definitiva, dejarme llevar por la mística del entorno en el que estaba.
Después de que los stewards del estadio me invitasen ya a terminar mi sesión de fotos, muy amablemente, eso sí, fuí al exterior del estadio a ver con calma la fachada de ladrillo de la Johnny Haynes Stand y echar un vistazo a la tienda oficial del club para comprarme la bufanda para mi colección.
Como mencioné antes, el estadio del Chelsea, Stamford Bridge está muy cerca de Craven Cottage, así que después de hacer unas cuantas fotos más, terminé mi match day visitando la casa del conjunto Blue.
Dos años pasaron desde mi primera experiencia hasta que pude volver a Craven Cottage, y muchas cosas cambiaron entre una y otra, aunque otras no. Esta vez el Fulham estaba en Premier League, el rival fué el Cardiff City y yo, ya con más experiencia, conseguí llegar al partido con mucha antelación, pude disfrutar de la atmósfera previa al partido, hacer mis fotos y entrar con tiempo suficiente al interior para poder tomarme una pinta antes del comienzo del partido. Entre las cosas que no cambiaron: el lleno en el estadio estaba asegurado, como siempre, la afición estuvo de nuevo genial, me volví a sentar en la primera fila de la Johnny Haynes Stand y el resultado volvió a ser de 1-0 a favor del Fulham.
Ahora que el Fulham ha regresado a la Premier League, donde merece estar, espero poder volver a Craven Cottage lo antes posible (siempre que estos tiempos dificiles de COVID-19 nos lo permita) porque desde que viví mi primer partido allí, me considero ya un Cottager más.