Uno de los mejores viajes que he tenido hasta el momento es el que realicé por Bélgica visitando Bruselas, Gante y Brujas.
¿Quién no ha escuchado hablar de Brujas? Una ciudad medieval que parece sacada de un cuento de hadas, pero más allá de sus canales, sus calles adoquinadas y sus edificios medievales, en Brujas nos encontramos con el estadio Jan Breydel, la casa de uno de los equipos más importantes de Bélgica, el Club Brugge.
No tuve mucho tiempo para preparar este viaje, ya que sucedió de manera bastante rápida y fortuita, así que tampoco me dió tiempo de chequear los partidos que podría ver ese fin de semana allí, pero aun así, busqué la jornada de la Jupiler Pro League en busca de información y rápidamente me di cuenta que podría existir una posibilidad de disfrutar un partido en Brujas… ¡y menudo partido! Ese fin de semana estaba programado el Derbi de Topper.
Los amantes del fútbol belga saben que el Clásico del país es el Anderlecht-Standard de Lieja, sin embargo, otro partido va pidiendo paso ante la mala racha de los últimos años del equipo de Lieja. Ese encuentro es denominado el Derbi de Topper, Anderlecht-Brujas.
No me fue sencillo encontrar entradas disponibles, pero después de un duro trabajo, conseguí un par de ellas, así que ya solo quedaba esperar.
Recuerdo perfectamente el día de partido, planeamos ese día al detalle, nuestra idea era la de disfrutar del encanto de Brujas así que llegamos bastante temprano a la ciudad, estuvimos haciendo turismo muchas horas, recuerdo también que hizo muchísimo sol, por lo que todas esas horas fueron muy cansadas, pero bueno, la ocasión lo merecía.
El partido comenzaba a las 18:00 horas, el estadio no está precisamente cerca de la ciudad, así que tomamos un autobus que nos dejaba a unos 10 minutos andando. Rápidamente comenzamos a notar el ambiente de partido grande, grupos de aficionados por todos lados, donde miraras encontrabas gente animando con cánticos, agitando sus bufandas y, sobretodo, bebiendo cerveza.
Para que conozcais un poco de la historia del Jan Breydel Stadion, es la casa de los dos equipos de la ciudad, el Club Brugge y el Cercle Brugge. Fué inaugurado en 1975 con una capacidad para 30.000 espectadores, aunque en la década de los 90, con las normativas para que todas las áreas fueran de asientos, se redujo la capacidad hasta los 20.000 asientos, para posteriormente en el año 2000, con motivo de la celebración de la EURO 2000 celebrada en Bélgica y los Países Bajos, el estadio se remodeló de nuevo, llegando hasta los actuales 29.0000 espectadores.
Cuando llegamos ya a las inmediaciones del estadio, nos dimos nuestra tradicional vuelta completa para hacer fotos y seguir empapándonos del ambiente que crecía por momentos.
Visto desde fuera, digamos que no es el estadio más bonito que podamos ver, así que, después de rodearlo decidimos entrar en el área cerrada del estadio, donde había muchos puestos de comida y bebida, además de puestos con todo tipo de merchandising, y claro, ya podéis imaginar lo que me compré… una nueva bufanda para mi colección.
Como dije antes, el día fue tremendamente caluroso, y después de todo el día sin parar andábamos sedientos, lo que no sabíamos era lo difícil que sería pedir una pinta de cerveza. Primero, y después de hacer una generosa cola en uno de los puestos, cuando ya tocaba pedir, me dicen que no es posible pagar ni con efectivo ni con tarjeta, que tenía que sacarme una tarjeta que se cargaba con el dinero que quisieras y así luego pagabas con ella, con lo que tuvimos que hacer otras dos colas, una para sacarnos la tarjeta prepago y la definitiva para conseguir nuestra merecida pinta y sofocar nuestra sed.
El estadio sí que mejora visto desde dentro. Es el típico estadio con forma cuadrada y de doble altura pronunciada, donde el fútbol se ve perfectamente desde todos los ángulos.
Una cosa curiosa que pude comprobar es que está permitido el consumo de cerveza en las propias gradas, cosa impensable en los estadios de cualquiera de las grandes ligas europeas, pero bueno, ya que estaba permitido nos llevamos una a nuestro asiento mientras esperábamos al comienzo del espectáculo.
Al salir los jugadores fueron recibidos por unos espectaculares tifos organizados por la Blue Army, además de música y… ¡¡petardos!! Esto hizo que a todos los aficionados nos subieran las pulsaciones, puedo decir, y no exagero, que estaba emocionado, porque el ambiente que estaba viviendo era de los mejores que había experimentado hasta el momento, jamás pensé que podría vivir esta atmósfera en un partido de la liga belga, por mucho que fuera el gran partido.
El partido fue muy entretenido y disputado y, aunque en el minuto 9 el Anderlecht se adelantó en el marcador, los aficionados locales no pararon de cantar y gritar, incluso yo al final me involucré tanto en ese ambiente, que un aficionado que tenía en el asiento delantero al verme tan activo animando al Brujas y viendo que no era de allí, me preguntó que de dónde era y me comentó que le gustaba mucho como animaba al Brujas, y terminamos abrazados celebrando el que fue el definitivo gol del empate del Brujas.
También he de decir que un hecho importante que contribuía aun más a que el ambiente fuera así de intenso es que ambos equipos se estaban jugando el título de liga, quedaban tres jornadas para el final y cuatro puntos de diferencia entre ambos equipos, si el Brujas ganaba (por cierto, entrenado por el mítico portero belga Michel Preud’homme), se colocaba a 1 punto del Anderlecht, líder del campeonato, pero si perdía, se podría despedir del título… al final, el partido terminó empate a uno y el título terminaría más tarde en las vitrinas del Anderlecht.
En fin, una experiencia increíble donde nunca me lo hubiera imaginado, que hace que este Brujas-Anderlecht quede para siempre en mi memoria.