Hidetoshi Nakata… el samurai… el «Beckham japonés»… icono de la moda y estrella del fútbol en los años 2000 no solo por su calidad sino por ser uno de los pocos jugadores japoneses que consiguieron hacerse un hueco en el panorama del fútbol de alto nivel europeo.
Su carrera profesional comenzaría en 1995 fichando con 18 años por el Bellmare Hiratsuka de la J. League donde cada temporada fue ganando protagonismo, logrando ser declarado mejor jugador asiático en 1997 y 1998.
Es en este año 1998 cuando la carrera de Nakata despega definitivamente, es convocado para jugar el Mundial de Francia 98 y gracias a este escaparate logra dar el salto a Europa… la siempre complicada Serie A daba la bienvenida a Hidetoshi Nakata, quien firmaba por el recien ascendido Perugia.
Pero la aventura no pudo comenzar mejor en el plano individual para Nakata, marcando 2 goles a la Juventus de Turín en la primera jornada de liga y realizando en general una magnífica primera temporada.
Para entonces Nakata ya era todo un auténtico ídolo en su país y siempre había aficionados y reporteros japoneses siguiéndole en todos los partidos.
La temporada 1999-2000 —su segunda temporada en Italia— comenzó igual de bien, llegando a disputar 15 partidos con 2 goles en la primera mitad de la competición. Es en este momento, con la apertura del mercado invernal, donde la Roma de Fabio Capello entra en escena y se lanza a por la contratación del jugador nipón.
21 millones de euros mediante, Nakata ponía rumbo a la Ciudad Eterna para enfundarse la camiseta giallorossa del Roma de Totti, Montella, Aldair, Cafú…
Si la popularidad de Nakata en Perugia era grande, con su llegada a Roma todo se disparó. Desde Japón, las agencias de viaje vendían paquetes vacacionales con Nakata como reclamo, y así, jornada de liga tras jornada de liga, decenas de aficionados japoneses copaban las gradas del Olímpico de Roma animando a su ídolo.
Nada más aterrizar en Roma Nakata se convirtio en un jugador importante, pero sería en su segunda temporada donde conseguiría su mayor logro como jugador profesional ganando el Scudetto.
En esa temporada 2000-2001 la Roma terminó de apuntalar el gran equipo que ya tenía con la adquisición de uno de los mejores delanteros de siempre, Gabriel Batistuta, y aunque es verdad que Nakata perdió protagonismo en comparación con esa primera temporada pasando muchas veces a ser jugador de refresco, el título de liga siempre será asociado a él ya que el partido trascendental contra la Juventus, y con la Roma perdiendo 0-2 (goles de Del Piero y Zidane, casi nada), el bueno de Fábio Capello sustituye al Capitano Totti para dar entrada a Nakata, quien marca un auténtico golazo para colocar el 1-2 a falta de 30 minutos para el final del partido y genera el empate en los minutos de descuento gracias a un disparo fortísimo desde fuera del área que repele el portero juventino Van der Sar pero que Montella, en posición acrobática consigue marcar el gol con el que a la postre serviría para proclamarse campeones del Scudetto.
Al finalizar esta temporada, y con el Scudetto bajo el brazo, la Roma traspasa a Nakata a un Parma que empezaba a deshacerse de sus estrellas (ese año traspasaron a Buffon, Thuram y Sérgio Conceição).
Esa primera temporada en el Parma terminó con la Coppa de Italia en sus vitrinas, pero a partir de aquí Nakata ya nunca fué el mismo jugador, una temporada más en Parma para después salir cedido al Bolonia, llegada a la Fiorentina y una última parada en el Bolton Wanderers inglés.
Después de participar en el Mundial de Fútbol de Alemania 2006 —su tercera aparición en una Copa del Mundo tras Francia 98 y Corea y Japón 2002— Nakata anuncia su retirada del mundo del fútbol a los 29 años de edad.
Solo con el paso de los años nos damos cuenta de todo lo que representaba Nakata. Particularmente pienso que debido a la presión que soportaba tomó la decisión de retirarse del fútbol a una edad tan temprana, porque al final, Nakata no era solo un jugador de fútbol —un gran jugador de fútbol, diría yo— era un producto de mercadotecnia, era un embajador de Japón y de la cultura nipona en todo el mundo.
Al final, todo tiene su tiempo… la Nakatamanía se fue… el Samurai es eterno.
