Cuando comenzamos un nuevo año siempre tendemos a hacer balance del año que hemos terminado y 2021 será recordado por ser también complicado por la pandemia, pero desde este lugar quería compartir con vosotros en este primer post de 2022 una experiencia agradable como fue el regreso a un estadio de fútbol después de un año de ausencia, de modo que acompañadme en este viaje y… bienvenidos al Estadio Municipal de Braga.
Visitando la bonita ciudad de Braga coincidió que el S.C. Braga se enfrentaba al actual campeón de liga, el Sporting de Portugal y claro, no pude resistirme así que empecé a recopilar información para saber si podría o no conseguir alguna entrada, ya que en Portugal era solo la segunda jornada de liga y los clubes estaban añadiendo o modificando las restricciones por el COVID sobre la marcha.
Al final nada me detuvo, las ganas de volver al estadio pudieron más que las dificultades que encontré para conseguir unas entradas. ¿Qué había reducción del aforo al 50%? No importa, seguimos adelante… ¿Qué solo se permitía entrar al estadio a los socios?… Pues nos hacemos socios.
Misión cumplida, una hora y cuarenta minutos después (no estoy exagerando) salía de la tienda oficial siendo socio del Sporting de Braga y con dos entradas para ver el partido frente al actual campeón de la liga lusa. Ya solo quedaba hacer un poco de turismo, comprar mi bufanda y poner rumbo al estadio.
La ciudad de Braga es bastante pequeña, por lo que tener un recinto con una gran capacidad no es necesario, pero no por ser pequeño desmerece y es que el estadio que poseen es una joya de la arquitectura, de hecho, el arquitecto Eduardo Souto de Moura ganó el premio FAD de arquitectura e interiorismo en 2005 por su trabajo.
El Estadio Municipal de Braga, con una capacidad para 30.000 personas y dotado solo de dos gradas, se construyó con motivo de la EURO 2004 y está situado en una cantera abandonada en la ladera del Monte Castro perfectamente integrado con su entorno natural.
Dado su peculiar enclave el estadio goza de una acústica imponente, eso lo pude comprobar incluso con el estadio medio lleno así que imagino que con toda la afición dentro tiene que ser impresionante.
Dicen que el único problema son los días lluviosos, ya que al estar abiertos por los fondos si llueve mucho y hace viento resulta molesto, pero más allá de esto, solo puedo decir que este estadio es una belleza y algo muy curioso y difícil de ver —por no decir casi imposible— en un equipo de primer nivel.
La entrada también es algo completamente atípico porque uno de sus accesos es a través de una pasarela que conecta la ladera del Monte con el estadio, donde por cierto se consiguen unas vistas perfectas de todo el complejo que se extiende hasta 40 metros hacia abajo.
Una vez en mi asiento, no pude moverme demasiado de él para hacer más fotos desde diferentes ángulos porque la seguridad te impedía moverte más de lo estrictamente necesario, una pena, pero necesario dadas las circunstancias.
Con el pitido inicial cualquier pensamiento sobre pandemia o restricciones se fueron, teníamos ante nosotros noventa minutos para disfrutar, para evadirnos, para recuperar sensaciones… y vaya si lo hicimos.
El S. C. Braga perdió el partido por 1-2 luchando hasta el final y consiguiendo casi igualar el marcador en los minutos finales, pero creo que el marcador en este partido era lo de menos, el partido lo ganamos todos los que estábamos allí. Después de ese día, el SC Braga no ganó un socio más (literalmente hablando), ganó un aficionado… un GVERREIRO.